Ricardo Valenzuela
En estos
momentos debo confesar que la muerte de Charlie Kirk, inexplicablemente me ha
impactado de forma especial, más aún que la de Luis Donaldo Colosio, paisano
sonorense a quien conocía desde nuestros dias en el Tec de Monterrey. Pero, el
asesinato de Charlie, no solo me ha provocado un dolor que siento no
corresponde a mi liga con él, puesto que lo conociera solo una vez, suficiente
para darme cuenta era alguien muy especial.
Y al reflexionar sobre esta situación, creo debo acudir a esa manifestación de la miseria humana cuando veo cantidad de elementos descerebrados celebrando su cruel asesinato. Una serie de zombis rebosando de un odio enfermizo que muestran lo negro de sus almas, celebrando una viuda con dos pequeños huérfanos, un sueño marchito. Pero algo todavía más grave, con su muerte nos ha mostrado a que grado ha llegado la programación de la sociedad en EU para provocar actos tan despreciables.
¿Como es posible que celebren la muerte de un ser humano cuyo único pecado fue pensar diferente que los celebrantes? Una programación que, aunque yo estaba consciente, jamás me hubiera imaginado fuera tan profunda y tal vil como la han mostrado.