Ricardo Valenzuela
La vida tiene las poderosas, eternas ataduras
Tan poderosas como nuestra misma realidad
Pero nunca detectamos su infalible identidad
Porque no queremos escuchar sus partituras
Las realidades parecieran ser siempre locuras
Y las negamos como forma de poderlas ignorar
Porque creemos también las podemos disfrazar
Es cuando nos negamos a rasgar las vestiduras
Afirmar el mundo es tuyo sin tener las escrituras
Que tus siervos como a un rey te deben venerar
Y en ese reino tú decides quien lo puede penetrar
Y tus palabras son ley, aunque suenen inseguras
Querer vivir de los sueños siempre sin hechuras
Vivir siempre ignorando la potencia de la verdad
Perdido siempre y solo en esa negra inmensidad
Y luego ver ese fracaso de tus cosas prematuras
Porque nunca debemos vivir de vagas conjeturas
Pensado siempre ser propietarios la Única verdad
Mantener Oídos sordos a la franca y clara realidad
Para después sorber derrotas y las tristes amarguras
Entrar al bosque de profundas y negras espesuras
Al bosque eterno residencia de la duda y ansiedad
Sentir vas perdiendo esa fingida y falsa seguridad
Y ahora te abrazan temores, las dudas y premuras
Querer vivir siempre en tu reino sin pagar facturas
Vivir ahora muriendo un poco día con día y, además
Muriendo el temple, la gallardía y en ello los demás
Ven el naufragio y fracaso de tantas cosas prematuras
Viajar tan solo por esas inservibles rutas inseguras
Camino largo y espinoso del que ya nunca tornarás
Sendero negro y triste por el que siempre vagarás
Y así lamentas tu pasado, conductas, y te torturas
Pero llegará ese tiempo de las nubes tan obscuras
Y verás lo que con bases de arena has construido
Convertido en un infierno tenebroso sobre pedido
Y verás que tus dibujos nunca tuvieron cuadratura
Y arribaras a ese mundo de las crueles espesuras
Una Cosecha amarga es todo lo que tu levantarás
Y puros frutos perdidos en tu huerta encontrarás
Tu soberbia te hunde cuando tu más te apresuras
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