Ricardo Valenzuela
Ha llegado el bello otoño y los sueños
De primeras nieves, romance, soledad
De una vida donde nunca hubo maldad
Y haber llegado al final de los peldaños
Por eso puedo afirmar me siento ufano
Estoy seguro ha sido vida del heroísmo
Y seguido llegué al filo de aquel abismo
Nunca salté evitando caer a ese pantano
Siempre disfruté esa hermosa primavera
Que puntual llegaba como un bello sueño
Con ella caminaba feliz y siempre risueño
Y siempre pude lograr aquel gran empeño
Para así vivirla eternamente a mi manera
Invariablemente fue asertiva y verdadera
Nunca dictada por una conspiración santa
La atrevida aventura que a tantos espanta
Nunca fingida, realista, temeraria y franca
Una vida diferente y nunca con el dualismo
Porque así se logró con aquella confluencia
Así se convirtiera luego en la convergencia
De esa aventura soberana ajena al cinismo
A veces cegada por el destructor espejismo
Que luego provoca la peligrosa confidencia
Siempre acompañada de fatal consecuencia
Al no entender esa falsedad del humanismo
Así fue esa vida donde hubo una diferencia
Entre la semilla podrida y lo que cosecharía
Y todos las consecuencias siempre asumiría
Mi vida nunca fue ejemplo de incongruencia
Ante el invierno de esta vida reviso la batalla
Pues Dios me ha dado y me ha quitado tanto
Me invade un impulso para derramar el llanto
No por lo que hubiera perdido en esa metralla
Ni por el robo o la traición de ese sapo canalla
Es felicidad porque dios me dio un gran tesoro
Tres hijas y ocho nietos más valioso que el oro
Que contienen todas las medallas de mi batalla
Y solo al pensar en ellos la felicidad me avasalla
Mi vida luce mejor que cualquier cinta en pantalla
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