Ricardo Valenzuela
Que hermoso lucía todo aquel día
Con sus enormes sierras nevadas
Con sus suaves brisas embrujadas
Con ese dulce arrullo cuando llovía
Una belleza salvaje que así disentía
Entre aquella tristeza que emanaba
De gente que había sido condenada
Siempre renegando su mala suerte
Pero ese día especial solo pretendía
Obsequiarnos de nuevo la esperanza
Para recuperar fuerza y la confianza
Y comprobar que el hombre lucharía
Hacer de nuevo la bella remembranza
De gente que ya hubiera sido liberada
Y cortesía demoniaca sería expropiada
De regalo celestial de vida y templanza
Llegaba el nuevo día con sus elementos
Invitaba a ejercer un rescate victoriano
Y con todo su poder nos tendía la mano
Y exigía terminar con inútiles lamentos
La poderosa naturaleza siempre alimenta
Ese espíritu divino cuando se ha dormido
Le surte el poder para rescatar al afligido
Y entrega la vasta fuerza de su tormenta
Pues esa fuerza infinita de la naturaleza
Puede derrumbar causas y aliviar dolores
Pero su gran poder es el destilar amores
Elemento casi extinto y ahora una rareza
Y vemos que hasta la iglesia lo ha olvidado
Aquel mensaje de amaros unos a los otros
Así este Papa ahora grita joderse vosotros
Pero en este mundo ignorante y de pecado
Hasta Bildenberg tendrá juicio y con jurado
Su castigo será divino y por eso apropiado
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