Ricardo Valenzuela
Cierro los ojos y me invade aquel recuerdo
Cuando era tu dueño y eras solamente mía
Cuando la vida entera complaciente sonreía
Y nada ni nadie perturbaba nuestro acuerdo
Yo era un volcán de una fuerza incontrolable
Tú eras mi luz, amor, dulzura y mi esperanza
Fuertes elementos que forjaban la templanza
De un gran amor que yo creí era interminable
Y navegamos ese mar de paz sin desacuerdo
Nos entregamos con amor, pasión y anarquía
Yo me dormía pensando que todo era fantasía
Al despertar te veía a mi lado, y estaba cuerdo
Pero llegaba aquella fuerza oscura y miserable
A destruir aquel acuerdo que siempre veneraba
Ciego de amor por ti, la traición no contemplaba
Entendí qué para ti yo era un mueble desechable
Y así destruyeron tu firme confianza impenetrable
Te convencieron para unirte a mi cobarde enemigo
Te rogaba y suplicaba como lo hace un vil mendigo
Pero ciega en tu soberbia, mi condena fue culpable
Y destruyeron lo que juramos no sería marchitable
Aquello que juramos sería eterno y siempre brillaría
Me envolvió ese gran dolor de horripilante pesadilla
Murió el amor que pensé sería eterno e interminable
Porque el amor requiere de confianza incuestionable
Para no emitir juicios sin base y siempre prematuros
Que nos conducen directo a los rincones más oscuros
Y las mentiras destruyen lo que fue cierto y admirable
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