Ricardo Valenzuela (1988)
Al caminar destellaba una luz que sentí me arropaba
Mi cuerpo flotaba en esa inmensidad del firmamento
Iluminaba todos los oscuros aposentos del sufrimiento
Al partir ya tan lejana aun sentía su luz me iluminaba
Una fruta que quise tomarla del árbol y no alcanzaba
Trate mil veces pues dios me la enviaba para ser mía
Y llevarla a mis espacios internos donde nadie residía
Esos enormes mares solitarios donde nadie navegaba
El viento suave de su caminar siempre me impulsaba
Su inocencia era un imán de lo que yo había buscado
Su cuerpo nuevo expirando sería invitación al pecado
Sus bruscos besos revelaban la fogata nunca apagada
La pureza mutó a una pasión salvaje y desenfrenada
Sus besos me decían aceptaba convertirse al pecado
Su cuerpo lentamente aprendía lo que había ignorado
Lo que era limpio mutó a pasión carnal descontrolada
Confundimos el amor con un fiero huracán ya desatado
El vínculo verbal era el largo silencio en los encuentros
Las huecas palabras no fueron material para cimientos
El compromiso nunca se cumplió y luego sería olvidado
Y si el amor se asoma y uno permanece inerme y callado
Dura solamente hasta que la pasión se cansa y se apaga
Se abandona el timón, se bajan velas y la nave naufraga
Y así flotaremos siempre como un triste buque extraviado
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