Ricardo Valenzuela
La conocí una noche en una posta del camino
Iluminó mi triste senda que estaba tan oscura
Se convirtió en mi cielo, aire, mar y mi locura
Dominó mi voluntad como solo lo hace el vino
Era muy joven, hermosa, caminaba cual felino
Su sonrisa iluminaba como el sol de primavera
Rostro angelical, ojos negros y linda cabellera
Celestial visión señalando mi ruta y mi destino
Yo era hombre forjado y del mundo peregrino
Al mirarla sentí que mi mundo sería diferente
Cambió mi historia, del amor me hizo creyente
Mi vida es de ella y yo soy su humilde inquilino
Me dio la fuerza de un potente y fiero remolino
Se convirtió en poderoso nutriente de mi alma
Al vendaval de mi vida trajo paz y dulce calma
Y con su dulzura me enseñó lo puro y lo divino
La protegí de este mundo infernal tan libertino
Y ese amor poderoso y espiritual se consagraba
Nuestra nave entre calma y tormenta navegaba
Apunté hacia paraíso y la hundía fiero torbellino
Fuiste en mi vida divina providencia que intervino
Me diste un amor sin equipaje, papel o expediente
Me llevaste a un mundo nuevo, limpio, y diferente
Mi sueño termina y hacia el invierno me encamino
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